lunes, 4 de octubre de 2010

EL CANTAR DE LOS CANTARES



CANTAR DE LOS CANTARES

Es una colección de poemas eróticos que forma parte de la Biblia, y también del Tanaj, Biblia hebrea, llamada así por los hebreos para expresar su excelencia, se le atribuye a el rey Salomón que vivió hacia el 1020 a.c. y hay fuentes que afirman que le cantaba a una princesa egipcia.

La Iglesia en el oficio eclesiástico lo cita en número plural, Cantica canticorum, tal vez para denotar que es un conjunto de siete cantares. El sabio y obispo señor Bossuet, y otros Expositores dicen que este libro es un epitalamio, esto es, un poema que se hizo para ser cantado en los siete días que duraba entre los judíos la celebración de las bodas.

Los judíos y la Iglesia han mirado este libro de los Cantares como un poema alegórico, bajo la imagen de una perfecta unión conyugal.

Es un diálogo entre dos amantes que, separados, se desean ávidamente, después se reúnen y cantan al amor, se vuelven a separar y por fin llegan a poseerse definitivamente. Se dicen cosas como:

Esposa. Como el manzano entre árboles silvestres y estériles, así es mi amado entre los hijos de los hombres. Me senté a la sombra del que tanto había yo deseado, y su fruto es muy dulce al paladar mío. Me introdujo en la pieza en que tiene el vino más exquisito, y ordenó en mí el amor.

Esposo. ¡Qué hermosa eres, amiga mía, qué hermosa eres!, como de paloma, así son vivos y brillantes tus ojos, además de lo que dentro se oculta. Tus cabellos dorados y finos, como el pelo des rebaños de cabras que vienen del monte Galaad. Tus dientes blancos y bien unidos como hatos de ovejas trasquiladas, acabadas de lavar, todas con dobles crías, sin que haya entre ellas una estéril. Como cinta de escarlata tus labios, dulce tu hablar y sonoro. Como cacho o roja corteza de granada, tales son tus mejillas, además de lo que dentro se oculta.

Tu cuello es recto y airoso como la torre de David. Tus dos pechos son como dos gamitos mellizos, que están paciendo entre blancas azucenas. Hasta el caer del día, y el declinar de las sombras, subiré a buscarte al monte de la mirra, y al callado del incienso. Ven, desciende del Líbano, esposa mía, vente del Líbano. Tú heriste mi corazón, oh hermana mía, esposa amada, heriste mi corazón con una sola mirada tuya, con una trenza de tu cuello.

¡Cuán bello son tus amores, hermana mía esposa!, más agradables son que el vino exquisito; y la fragancia de tus perfumes o vestidos excede a todos los aromas. Son tus labios, oh esposa mía, un panal que destila miel; miel y leche tienes debajo de la lengua; y es el olor de tus vestidos como olor de suavísimo incienso.

Esposa. Venga, pues, mi amado a su huerto, y coma del fruto de sus manzanos.

Esposo. Ya he venido a mi huerto, hermana mía esposa; he cogido ya mi mirra con mis aromas; y he comido mi panal con la miel mía; he bebido mi vino con mi leche; y he dicho: Comed vosotros, oh amigos, y bebed, carísimos, hasta saciaros.